¿Mal de amores o un homenaje a la masturbación?
Turning Japanese. The Vapors.
En 1979, la coqueta ciudad inglesa de Guilford vio nacer al cuarteto The Vapors, un grupo de pop y new wave que se enganchó al movimiento Mod en el que militaban bandas como The Jam, The Jags o Secret Affair. Justamente, durante una actuación en un club de su pueblo, Bruce Foxton, bajista de The Jam (la banda de Paul Weller) asistió al show, le gustaron los chicos y les propuso ser su mánager. No mucho después les consiguió un contrato discográfico y les presentó al productor de los Jam, Vic Coppersmith-Heaven, para que se ocupase de primer disco.
El Lp, cuyo título fue “New Clear Days” (un juego de palabras con Nuclear Days), finalmente se editó a principios de 1980 y contenía una canción que tenía todas las papeletas para convertirse en un clásico. Todos tenían tan claro tenían que esa pieza iba a ser un hit, que decidieron sacarla como segundo single y evitar así convertirse en lo que los anglosajones llaman “one hit wonder”, es decir un grupo de un solo éxito.
Se trata de un tema muy potente y directo titulado “Turning Japanese”, que cuenta con un estribillo machacón y pegajoso y una introducción, empeño del guitarrista Edward Bazalgette, con reminiscencias niponas, que resultó ser muy característica . Con estos componentes, y la imprescindible suerte necesaria en estos casos, el tema fue un verdadero trallazo y saltó directamente a las listas del Reino Unido e Irlanda, Norteamérica, Canadá y Australia, en donde fue número 1.
Pero su definitiva explosión llegó cuando se desató, sobre todo en Estados Unidos, una polémica sobre su posible significado. Para unos simplemente hablaba de un amor roto, pero alguien esparció el insistente rumor de que se trataba de un homenaje a la masturbación y que el título se refería al gesto, entornar los ojos, que hace una persona en el momento del orgasmo. Además, cuando los periodistas musicales le preguntaban al compositor del tema, el cantante Dave Fenton, éste siempre se mostraba bastante ambiguo e irónico, quizás como parte de una treta para mantener viva la duda y mejorar las cifras de ventas del single.
Bastantes años después, a principios de la década de los 2000, Fenton desveló que escribió la historia tras una ruptura sentimental e imaginó a un tipo que había roto con su novia y que se volvía loco de dolor, tristeza y soledad. Lo habitual en estos casos, ansiedad y juventud y nada que ver con la masturbación, que también es algo bastante juvenil. O precisamente por eso, sí.
Sin embargo, para The Vapors este gran éxito supuso también su tumba. Su segundo Lp, “Magnets” (1981) tuvo bastante poca repercusión y los sencillos que se editaron de él, lograron unas ventas muy mediocres. Sin apoyo discográfico, a finales de 1981, The Vapors anunciaron su disolución, aunque dejaron un interesante legado: dos buenos discos que, aun después de todos estos años, no suenan nada mal, contienen algunas magníficas canciones y un, sobretodo, un éxito imperecedero que sigue resultando tan trepidante y bailongo como en su día.