Recuerdo perfectamente el día que compré mi primer disco de Tommy Keene. Fue en 1986, en Escridiscos, la pequeña y exquisita tienda madrileña que dirigían con tanto acierto Pepe e Inés. Allí lucía, en la estantería, el Lp “Songs from the film”, un álbum en que había una canción que se titulaba “My mother looked like Marilyn Monroe”. No conocía de nada al fulano que la cantaba pero ese título, “Mi madre se parecía a Marilyn Monroe”… ¡buff, cómo me tentaba! Así que me lo compré. Ese día adquirí una joya y descubrí un pedazo de músico del que he sido, sigo siendo y siempre seré un fiel y rendido admirador.
Nacido el 30 de junio de 1958 en Bethesda, Meryland, Tommy Keene siempre quiso ser músico y contar historias. La mejor definición, la que mejor se ajusta a sus características compositivas, es la de cantautor, sobre todo por su forma narrativa. Y para armar sus canciones, las herramientas que siempre utilizó fueron el pop y el rock. Tommy se manejó con soltura en estos dos estilos y con ellos consiguió moldear sus excelentes canciones. Siempre se movió entre el vigor y el músculo emocional del heartland rock, tipo John Mellencamp o Greg Khin; algo de Tom Petty, un poco de Bruce, aunque menos exuberante… y ese basto campo musical del pop universitario en el que campa la chispa luminosa del power pop americano y la frescura de la new wave de aquel lado del Atlántico. Es decir, desde Matthew Sweet a Gin Blossoms, por citar un par de ejemplos.
Con tan sólo 24 años grabó, de forma muy primitiva y bastante modesta, su primer disco, un Lp con nueve titulado “Strange Alliance”. Dos Ep´s después, la multinacional Geffen le fichó y le publicó su primer gran disco, esa joya titulada “Songs from the film”. Su siguiente disco “Listen to me” estuvo 12 semanas en el Top del Billboard americano y ese fue su gran momento. En la década de los 80, los tipos con talento como él tenían un hueco en las listas de ventas, sonaban en las emisoras y llamaban la atención de los medios de comunicación y, además, atraían a los aficionados a las disquerías. Sus discos se vendían y su música llegaba a un gran público. ¡Qué tiempos aquellos!
Parte del éxito de Tommy residía en su romanticismo sin complejos. Sus canciones tuvieron siempre un regusto agridulce y eran de esas que lo mismo te podían llenar de optimismo y vitalidad o que abrazarte y acompañarte en los momentos más bajos e introspectivos. Su siguiente disco, “Based on Happy Times” (1989), es su trabajo más oscuro y también el más intenso; para muchos su mejor época. En cualquier caso, su carrera fue muy brillante, sus discos completísimos y en ellos destacaba la presencia de un gran cantante, un fantástico compositor y, no nos olvidamos de esto, un monumental guitarrista.
En el 2013 Tommy Keene publicó un disco de esos “de porque me apetece”, en los que se dedicaba a revisar sus canciones favoritas con versiones de temas de The Who, Donovan, Bee Gee´s, Flamin´Groovies, Roxy Music, Echo & the Bunnymen, Television… En fin, la música que le gustaba y más le había influido en su carrera. El resultado era un disco muy apetecible. Su anterior álbum de estudio, era de 2011 y se titulaba “Behind the Parade”. Era una joya que se abría con “Deep Six Saturday”, una canción que encerraba todas las virtudes habituales en la música de Tommy Keene: una guitarra luminosa, una envolvente melodía, un estribillo con absoluto gancho, una voz que arrebatadora y una historia que atrapaba. Después, en 2105 y también con Second Motion Records, nos regaló otro gran trabajo discográfico, “Laugh In The Dark”, una colección de notables canciones capaces de convencer al más pintado.
Para los que quieran adentrarse en el mundo de este artista, hay disponible un recopilatorio con 40 canciones seleccionadas de su repertorio “Tommy Keen You Hear Me: A Retropsective – 1983- 2009”. Se trata de un estupendo disco que se editó en 2010 aunque también resultó algo polémico en su día, ya que sus seguidores todavía siguen enfrascados discutiendo por qué sólo tiene 40 canciones y porque falta esta, aquella o la de más allá. Es lo que ocurre cuando has escrito muchas canciones y ni una mala. Y ese era el caso, exactamente, de Tommy Keene.
Tommy Keene falleció mientras dormía el pasado 22 de noviembre. Tenía 59 años. Deja tras de sí una espléndida carrera musical a la que probablemente podría haber sumado algunos brillantes momentos durante mucho tiempo más. Una auténtica pena. En Plástico Elástico lloramos su muerte.