No somos conscientes de ello, pero cada faceta de nuestra vida podemos relacionarla con una melodía. Es esa la razón de que a veces, cuando escuchamos ciertos sonidos, notas o canciones, evocamos rápidamente una situación de la que ni siquiera teníamos un recuerdo vívido; y, sin embargo, de repente somos capaces de rememorarla casi al milímetro, solo porque tenemos asociados al oído un montón de experiencias vitales.
Lo suyo sería seleccionar la música que queremos darle a cada momento del día, cada día de nuestra vida. Pero, como comprenderás, eso es imposible; solo podemos controlar ciertos momentos, pero el resto vienen de improviso. Te diría más: hay veces en que ni siquiera somos conscientes de que hay sonido de fondo, sonido melódico, quiero decir. Estamos tan imbuidos en una actividad, tan concentrados y con los otros sentidos tan saturados, que no llegamos a notar los estímulos que nos están entrando a través del oído.
Una de esas situaciones, sin ir más lejos, podría ser cuando consumimos porno. Que oye, pensarás que eso es ir a saco, y que podría poner un ejemplo menos extremo. Podría decirte que otra situación es cuando follamos; pero claro, sí que tenemos cierto control en ese momento, podemos haber elegido poner música, ya sea para crear un ambiente romántico, incluso si ha sido un aquí te pillo, aquí te mato. Sin embargo, al acceder a una web porno, que es como normalmente accedemos a estos contenidos para adultos, no tenemos ningún control sobre ellos. Los videos xxx ya tienen su propia edición, y uno está demasiado estimulado visualmente, e incluso a través del tacto si es que te estás dando un homenaje en plan masturbación, como para notar si hay banda sonora de por medio, más allá de gemidos, palabras soeces y gritos de placer.
Porque, ¿hay realmente una música porno? Pues, aunque te parezca increíble de creer, se podría decir que sí. Hubo un tiempo en el que la industria pornográfica era un negocio boyante y en el que se cuidaban mucho más los detalles; por ende, la banda sonora de una película porno era una parte importante de la producción. A raíz de eso, se creo un estilo de música muy específico, con mezcla de ritmos funk, rock y heavy; seguro que lo recuerdas, ese que siempre asociamos con el porno vintage de los 80 y 90, cuando lo veíamos por tele codificada o alquilábamos cintas VHS en los videoclubs. Pero es que no solo se usó en el cine porno: a partir de entonces, estas melodías se relacionaban siempre con lo carnal y erótico, llegando incluso a usarse en publicidad. Te digo más: muchos artistas musicales llegaron a beber de ellas para dar a sus canciones un aire sensual o directamente provocativo, haciendo que llegaran a más público por su carga sexual; y todo esto, gracias a la música del porno.
Pero todo esto ha pasado a mejor vida. Con muy pocas excepciones, la industria pornográfica está y se alimenta de internet, donde se ha creado un contenido de barata producción y de rápido impacto que no puede perder tiempo y dinero en cuidar el tema musical. Por ejemplo, los videochats xxx o el porno amateur han dejado claro que triunfa lo básico con el cuidado mínimo; así, no hay productores que quieran arriesgar ni un céntimo para crear un producto que al competir con estos formatos no vayan a dar ningún beneficio. Algo razonable, por otra parte, pues como cualquier industria, la pornografía necesita financiarse y tener beneficios contables.
Esto era solo un ejemplo, pero me ha parecido el más representativo de lo que quería decir. Por otra parte, animo a no perdernos tanto en lo visual, y dar una oportunidad a nuestro sentido del oído para recrearnos en estas sensaciones y no dejarlas pasar tan inadvertidamente. Cualquier música forma parte de nuestra vida cotidiana, y poder disfrutarlo es uno de esos placeres a los que no debemos renunciar.